Con la idea de ir a pasar eso días de Navidad fuera de Madrid, preparé bolsa de ropa de moto y accesorios varios que llevar y cargar en el coche. El carro, recién pintado, se encargaría de cargar con la Avispa.
Como no podía ser de otra forma, el último día levantó la niebla a buena hora y lució el sol casi todo el día, y yo elegí salir uno de los días de constante niebla.
Pero, a pesar de lo molesta que es, del frío que añade, del barrillo que crea en el suelo y agua en la carretera, como que le estoy cogiendo el gusto por el paisaje distinto que crea.
Las fotos son de los escasos ratos sin niebla que encontré en la mañana. Dos cañones, un castillo y un pueblo abandonado quería unir por campo. Y lo conseguí aunque al pueblo abandonado llegué sin tiempo - otro día-. La zona de arenal que crucé fue una gozada, pues la tierra húmeda permitía andar con menos dificultad y mayor facilidad para avanzar y jugar con la arena sin darte contra un pino.
Falta agua. Una lástima los desastres vividos por el sureste hace unos días, pero hace falta lluvia suave para el campo y disfrutar de los ríos cargados de agua
En este lugar se me cayó una pared de piedra apoyándome para colocar la cámara. ¡De qué forma más tonta me fastidié el dedo meñique de la mano izquierda que todavía me duele! Las piedras estaban en perfecto equilibrio para caerse con el primer zascandil que pasara por allí a ver las ruinas y a toquetear.
La niebla le queda al castillo que ni pintado. Aquí fue el único sitio donde se me quedaron las manos ateridas. No hacía mucho me había tomado un café bien caliente en un conocido pueblo de la zona, pero no pudo con la temperatura y humedad que había por aquí.
Y la niebla ha sido una buena compañera, no así por carretera. El GPS diciendo por donde tienes que ir, y esa visión cortada a pocos metros por ella ha resultado divertido, misterioso y sorprendente de nuevo en este mes de diciembre.
Y añado un vídeo
Esta es mi manera from Jesus Alloza on Vimeo.