lunes, 15 de junio de 2020

Paseo al Pontón de la Oliva


El domingo 14 de junio nos vamos Alejandro con su novedosa Yamaha T7, Mauricio con la SWM 600 con cúpula, Nacho con la vetusta XT 600 y Manolo con su azulona XTR 660.





Es verdad que la sensación de que la Provincia de Madrid no da para mucho cuando te han limitado la movilidad es cierta. Aunque bueno, daba para más. Pero, ahí sentados hemos pasado un buen rato charlando y viendo pasar al personal.





Manolo nos ha enseñado ese rincón de la mesa de piedra pegada al barranco, restos del jardín de alguna casa particular o de alguna vivienda de cuando se construyó la Presa del Atazar. Ir ha resultado atravesando los pegados pueblos por la zona de Bustarviejo. Mucha rotonda, guarda tumbado, que obliga a levantarte muy paciente para avanzar despacio, con calma y ganas de fijarte en todo.




Muuuuchas motos. Muuuucha Guardia Civil dejándose ver, sabiendo que por ahí estaríamos muchos. Tratando de trasladar calma y paciencia con su presencia. De esta parada y toma de video de Manolo, que a saber qué estará pasando por su cabeza, nos vamos a Patones de Abajo a tomar algo que alargaremos hasta la hora de volver.

Buen rato, buen bocata y patatas bravas. Fresco y buenas motos probadas. La T7 suave, perfecta postura para mi, mejor asiento del que esperaba, buen motor y algo estrecho el carenado. Y la SWM 600, 54 cv, una moto de trail de las de antes. Motor de lujo. La sexta overdrive, demasiado ágil de dirección para mi y buen asiento.

A por otra.


domingo, 7 de junio de 2020

Al Cristo de Rivas



Bueno, domingo 7 de junio, de 2020. De nuevo, el despertador me despierta sobresaltado a las seis de la mañana, tras meterme anoche en la cama a las casi doce, al terminar de ver un rollo de película de aquí te espero en el Amazon Prime. ¡Menuda rachita llevan, y llevo mal escogiendo!

Baño, desayuno, me visto con el impermeable puesto que haga las veces de cortavientos pues han anunciado bajadas de hasta diez grados de temperatura, y al garaje.

No hay fotos, salvo la que atestigua que he llegado al Cristo. Por lo demás, nada, un rollo. Ha tocado no acertar con el camino escogido. 

Primera parte. LLegar al Cerro de Almodovar. Sin subir. Cerquita de él, el Gps me anuncia que a pocos metros empieza el primer camino del track que me llevará al Cristo. Empieza de lujo. El panorama me recuerda a cuando mi padre me llevaba de paseo con la bici de pequeño. El andaba con su periódico, y yo iba y venía. Una gozada. Un grandísimo momento, pero, llego a la carretera, y topo con una valla, de las de alambre con agujeros cuadrados. Veo huellas de bici, pero, no encuentro por dónde pasar. Miro, remiro, dejo la bici, voy, vengo,..., no hay hueco. Miro atrás, por volver. ¡Y unas narices! 

He de saltar. Coloco la bici arriba de la valla, sujeta por el pedal y el manillar. y busco dos barras bien sujetas para pasar. Como una gacela salto, ja, ja, ja,..., y ja, y por el otro lado, engancho la bici y me la paso. Bien. Pues no. Mal, aquello o se incorpora a la M 50 o no se. Muy raro. No calles. Ahí entras en un lugar para unas naves y como todo está como a medias no hay mas que la M 50. Me meto a pasar por debajo de ella, por un vertiente de aguas, inclinado, y escurridizo. Como un pato, yéndome abajo consigo cruzar. No lo habría hecho de no llevar la seguridad que el Gps da, pues a nada, esta el camino que llevaba programado. Una vez cruzado me encuentro con..., nada, ni senda, algo adivino, y paso pegado a la via del tren que tenía en mente, y otro desvío de la M50, que luego veo que es una salida muerta, pues, todo aquello corresponde a Los Berrocales, sin construir. Por fin, veo bicis, pero es la carretera. Atrás queda Vicálvaro, y para el otro sentido se va a Mejorada del Campo. Vallas a uno y otro lado de la carretera. Sigo hacia el Cristo, adelantándome bicis y bicis de carretera.  ¡Cuánta pasión! ¡Y no veo que acabe la valla para colarme y buscar el camino que queda a mi derecha. Más adelante paso una vía de tren que cruza, y efectivamente el camino que había marcado pasa por el puente que la cruza, pero, ¿para qué? No se puede entrar. Una cuarta parte de Madrid vallado, campo abierto, yo dándome con la cabeza en el manillar, porque no puedo pisar tierra y no me gusta ir por la carretera con la bici. El espejillo retrovisor me calma, porque veo quién viene.

Y, por fin, llego a Rivas. Callejeo entre urbanizaciones nuevas, bajo al Cristo y cerrado. Dejo la bici por asomarme a los cantiles, pero, no hay hueco. La carretera baja muy pegada al margen. Un peligro. 







Me tomo el aperitivo que llevo y comienzo la vuelta. Por fin encuentro un camino que podría llevarme a los cantiles. Pero a los diez minutos veo que quedan apartados y que hay que rebuscar. Puedo bajar recto, pero, no quiero buscar el pinchazo. A las diez hay que dejar de hacer ejercicio. No me da tiempo. Asi que regreso por donde he venido hasta Vicalvaro. Doy unas vueltas por ahí por que las vallas siguen y no me dejan entrar en Cerro de Santa Eugenia. Lo mismo de antes pero al revés. Y mira por donde descubro por donde pasa. Vaya toalla.





Vamos, que tengo que buscar otra forma o lugar para ir hasta los cantiles desde casa, y si no habrá que pensar en tren.

No me conzco. 38 km y mis piernas no se han quejado. Esto antes del confinamiento y uso diario de la bici estática no me ocurría.

Probará con 10 más.¿Dónde puedo ir?



sábado, 6 de junio de 2020

34 kms



Como he comentado en anteriores crónicas sobre esta salida, he tenido problemas y despistes para conocer exactamente la distancia recorrida. En esta ocasión, por fin, lo tengo: treinta y cuatro kms.

Como viene ocurriendo, me levanto a las seis, desayuno algo, cojo la mochila o riñonera y me pongo a pedalear camino del cerro.




Por el momento, no se de otro recorrido que me saque de Madrid sin coger el coche o Metro, que es lo que más deseo: la sensación de salir de la dichosa ciudad. El Cerro tiene su aquél. Y vuelve a sorprenderme siete días después porque todavía se ve el verde que lo rodea.





Hacer fotos de la torres de Madrid siempre surge. La luz cambia; En fin, se tira por que gusta. Ya voy teniendo unas pocas, pero, no creo que alcance a las que tengo del Mar Menor, del Pobre Mar Menor.





Hoy, voy más despacio. No se trata de conseguir que salga bien recorrido dentro del tiempo que nos cede el Gobierno, el maldito Gobierno para mi gusto, que colabora a que muera más gente de lo que debiera ocurrir y extiende el Estado de Alarma sin muertos y a penas contagios, según sus cuentas. Hoy voy preocupado por el entorno. Sigue verde y lo disfruto, porque no es para tirar cohetes.





Este "bosque de cardos", escondite de centenares de conejos y miles de lagartijas me resulta simpático. Tienen mucha altura. Y guarda mucha humedad todavía de la noche. La sensación de frescor, y de estar realmente fuera del asfalto la agradezco mucho.





El otro día, atravesé la escombrera con tristeza de ver aquello. Hoy, ahondando más en lo increíble que me parece que la gente actúe así, o en que las normas nos ponen muy difícil deshacernos de tanto trasto, encuentro que hay un código para votar y solicitar la limpieza de la zona. Qué cosas. No confío mucho en estas cosas, pero, bueno...





La vaquería. Hay vacas, quizá algún caballo. No se. Coches viejísimos abandanodos, alguna furgo Ebro, y un X6. ¿? ¿Quién vivirá ahí? Hay macetas, que arreglan un poco el desordenado lugar. Curioso.





¿Qué historias se habrán vivido en estas cuevas? Restos de fogatas, ladrillos rotos, orín, ..., en fin.





Al llegar a la línea del Ave me recupero mentalmente. Me cuesta ese tramo. Que pena. De estar limpio, ¡cómo cambiaría el recorrido!




Es un lugar de encuentro con bicis, con perros, paseantes, corredores..., etc. Las veces que he pasado, aquí se concentra un montón de gente. No se si es el lugar en el que se da media vuelta todo el que llega de regreso al lugar de salida, o qué pasa aqui.





Desde aqui se ve el Cerro de Almodovar. De allí vengo. Este tramo une aquello con el Parque Lineal del Manzanares, y me gusta, pues no me soy de ir y volver por el mismo lugar si lo puedo evitar.







Y, hoy, cojo la pista paralela a los carriles que discurren a ambas orillas del Manzanares. Termina entrando igualmente en los carriles pero, tiene una buena distancia y llega a un huertos, con acequia y presa para dar entrada al agua, y donde llegan coches. Tengo que ir con la moto a ver cómo se entra ahí, y a ver si puede ser una salida al campo más cercana a casa.





He vuelto muy animado del paseo. Maldito confinamiento. Necesito aire para respirar, pero, también para vivir y aguantar la ciudad y el barrio lleno de calles y aceras sobrepasadas de gente..





Aquí dejo el recorrido. A ver si lo supero la próxima salida, tal vez la última con restricciones horarias.