Sábado previo a la madrugada de cambio de hora; El mejor momento para salir a "esas horas" que salgo y probar cómo van las luces de la nueva Transalp; Cojo los trastos, vuelvo al termo y unas galletas, cargo, y al cercano Valle del Tajuña: carreteras bien asfaltadas, carreteras estrechas abolladas y agujereadas, pistas, caminos, alguna zona de bosque, valles, caminos altos y pueblos.
Sigo comparando la actual Transalp con la anterior (el patito feo de todos los modelos salvo por su motor, para mi manera de ver las cosas), y he de decir que me gustan más las luces de la 700 y anteriores, las del faro rectangular. Las cortas tienen de bueno que dan más luz en los laterales, pero, son muy cortas, y no por ajuste. Se acaban muy cerca. Las largas muy bien.
LLené el depósito en una gasolinera, a cuyo cargo se encontraba una joven muy despierta a esas horas, agradable y simpática, y pensando en que ahora tocaba absoluto paseo, estrené el aparatito con los cascos para ponerme algo de música. Empecé a rodar, con el olor a humedad de esas horas, hacia donde había pensado en desayunar.
El conductor de una BMW serie 3 azul me cortó el rollo cuando me quitaba el casco. Otro insomne. Así que me largué
Cuando llegaba caían gotas finas que duraron cinco minutos. Luego, aparecía el sol y saqué el desayuno.
Buena mañana de otoño. Todavía no hace frío, aunque acerté al llevar los guantes calefactables para tener calor suave en las manos.
Me queda pendiente una pista nueva, que enlaza con una camino que se encontraba con barro. Ya llevo mal el arañazo que llevo en un lateral como para jugármela y encontrar otra caída. Estos neumáticos van muy bien en seco, pero, para esto no valen: se escurren con nada,
Sube y sube, con curvas, y ahí voy, queriendo aprender a manejar estos botes con algo de control de tracción. Eso de que te corté tu normal acelerón entre curva y curva es rarísimo. Entiendo que no se te va y da seguridad, pero, igual soy demasiado mayor para tanta electrónica. En la 700 ibas y punto, ahora me como la cabeza con ello, aunque no deja de ser un juego.
Al final, bajé, por un camino que vi claro hasta la carretera de nuevo. Y retrocedí un tramo para tratar de recorrer un camino que da accesos a varias fincas y casas aisladas, con mucha vegetación, y que imaginaba que el arroyo llevaría agua.
Perfecto vadeo para bautizar a la 750. Continué el camino, con algún tramo fastidiado, volviéndome loco sobre si era mejor o no el control de tracción, y salí a la carretera de nuevo, allí donde siempre están los chuchos ladrando en cuanto te huelen u oyen.
Enganché la carretera de bajada, esa con esas curvas con buen firme, alguna una verdadera paella, y con el sol fue un disfrute volver hasta La Poveda, donde lavé la moto, para más tarde, en casa, darle quita arañazos que veo que no pueden con los rayajos. No se si voy a aguantar verlo así mucho, siendo tan nueva la Transalp.
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