martes, 26 de diciembre de 2017

Barrio morisco de Santa Cruz

Ansias de salir.
¿Habrá niebla mañana por la mañana como hoy, y tarde de paseo? Ya lo viví justo hace un año, pero, no importa, ya veremos cómo amanece. Da lo mismo. Todo tiene su belleza, su pequeña aventura.

Esperé hasta las nueve y media, y ya, viendo que el sol empezaba a dar en la mini torre del Ayuntamiento, y que los tejados blancos iban soltando la helada, me fui a la guarida donde estaba la moto acompañada de dos vetustos tractores, un remolque y el coche del abuelo y el mío, y me cambié ante las cautelosas miradas de los gatos que no me esperaban a mi.







El plan: visitar San Blas, Santa Cruz (cercanos el uno del otro), la fuente detrás de Calabazas, arriba de Carrascal, y por Fuente el Olmo.

La carretera vaya, hasta las zonas donde no pegaba el sol. Miedito. 

La pista principal de subida tenía un pase. Donde daba el sol resultaba jabonosa, y donde no, no me acuerdo; Piano, piano, constantemente, y el acelerador enganchado un poco y tenía que acompañarle hasta el final pues no terminaba de girar del todo.



Cojo el desvío para subir, pero subir de subir bien. Cuando me doy cuenta veo que los Contiescape suben por ese blanco camino recién arreglado. Han quitado alguna "z" y la pendiente es más pronunciada, y en la "z" primera que encuentro la rueda de atrás empieza a patinar aunque sin llegar a obligar a la moto y a mi a parar. 

Voy despacio. Si me caigo que sienta el dolor, porque está claro que hoy en cualquier bañera helada -que las encontraré-, zona con hielo, zona de barro botijero que no se note, hierba blanca o mojada me iré al suelo. 




Pero aquí arriba la cosa cambia en nada de tiempo. De pronto me sobra ropa. Mil quinientos metros atrás me paraba para poner las manos en el escape, en el humo que expulsa, que calienta las manos y me permite empezar a sentir las yemas de los dedos.

Praderita. Qué pasada, ¡por qué no salí antes, recáspitas!



Lo mejor que hice fue esperar a bajar un buen rato después, cuando casi desapareció la helada, y apareció el barro. Increíble, pues tuve que bajar en varias ocasiones a motor parado por las zonas más pendientes, tras una salida a la cuneta.





Ya en la pista principal la cosa mejoró, y empecé a dar algunos acelerones y a conducir algo más confiado, pero, ni del todo, ni de forma continuada. Voy todo el rato pensando en hasta dónde aguantan los neumáticos, aunque siguen sorprendiendo. No es lo mismo que los anteriores, pero, lo hacen bien.




Fuentidueña. Lector, si por un casual has caído por aquí, y no conoces Fuentidueña, ve y visítalo.

Alfonso VIII repobló estas tierras con burgaleses de las tierras de Oña por lo que en el 1135 esta población recibió el nombre de  Fontedona. En el siglo XV fue señorío de Don Álvaro de Luna y luego pasó a manos de los Condes de Montijo. Y en el siglo XVI Santa Cruz fue un barrio morisco, que es el que quería visitar hoy, una vez más, especialmente su fuente que se encuentra cerrada en la parte más baja de lo que fue el barrial.





¡Que calor! Pero, claro, no paro. Dejé la moto arriba y bajé a la fuente, y foto hacia "La Villa" y que gusto de día, voy para allá, vuelvo a entrar a la Iglesia para imaginármela en buen estado con sus gentes, y luego para allá con mis botas, rodilleras, etc, etc., y mis trastos. ¡Quién iba a decir que en el mes de diciembre haría un día así!

¡Un Café! Frío, ¡qué narices!

Bajo.Y sigo el cauce del río. Y me meto por donde siempre, pero, esta vez sigo el camino ese que menos se ve, que siempre digo que termina en alguna finca. Y llega, pero, tras un Patrol, un Sr Patrol gris, 6 cilindros, sin turbo ni leches, sigue. He encontrado una represa, un cormoran a 40 cm del agua volando conmigo, patos, ..., y esto sigue. A ver dónde.




Pues sigue. Y está sin mucho uso, muy tapado, oscuro por los árboles, y unas zetas con escarcha. ¡Cataclan! Pero, sin llegar, no se cómo, porque levanto la moto, y todavía no se qué pasó; Quizá el cubrecarter apoyó en algo, no se, pero pude con ella. Más arriba no avanzo. La hierba patina. Me tengo que bajar y empujar y acelerar. Nada, unos metros, hasta donde ya pega el sol. Y poco más allá, una pista. ¡Una pista conocida! Preciosas vistas del pantano con esa nieblina del frío que ha hecho. 




No, no haré todo lo pensado, pero, ¿para qué? Me invade la sensación de calma y de encontrarme bien ahí fuera, a mi aire. Debe haber uno con ruedas de tacos jugando como yo de acá para allá, por las huellas que encuentro de vez en cuando.

Me iré al "pico del Cuerno". Mucha piedra, bajada pronunciada con piedra mediana suelta, por las que me distraen los ciervos. De verdad, ¡qué momentos! 



Barrio Morisco de Santa Cruz from Jesus A on Vimeo.

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