Tres días fuera de Madrid, en un pueblo de Segovia, me ha dejado momentos de campo, vistas y de conducir moto por campo principalmente de lo más gratos.
A las ocho de la mañana los cinco grados bajo cero eran constantes, viernes, sábado y domingo. Tres horitas diarias en las que el frío no lo noté dado que el rodar de pie y andar por sendas, caminos y buscando los altos para ver las heladas y campo abierto no te hacen pasar frío.
Pero la temperatura, encima, subía rápidamente. Esto es un desastre. A ver llueve, nieva y hace lo que tiene que hacer: Frio, con mayúsculas, y que siga bajando agua por todos los cauces.
Me gusta cómo parece estar esto organizado. Hay veces que crees que te van a meter un multón pero te das cuenta que hay organización, que aparece en el momento justo la señal para prohibir el paso a vehículos a motor, de manera que tienes seguridad de que no pasa nada por ir por esos lugares tan cuidados, y, de la misma manera, si esta prohibido pasar, pues no se pasa, no se vadea, se camina, y a buscar otro lugar.
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