Me interesaba la constancia, estar el máximo tiempo siguiendo al grupo y ver cómo funcionaba el hombro, así como ver al día siguiente si molestaba o no.
Sin embargo, al levantarme, me asomo a la ventana y el cielo anda muy, muy gris, y hacia el norte más, y teniendo en cuenta el pronóstico del tiempo me decido a no arriesgarme a calarme lejos de casa y en todo caso que me ocurra lo más cerca de ella.
Así que me voy a mi camino más cercano, sin demasiada ilusión por ese cielo y algo de viento que no consigue más que hacerme pensar "me voy a calar"
Metido en "el fregao" empiezo a calentar el cuerpo; Los primeros baches, roderas, arenilla, taludes, etc, me animan; ¡Y el tiempo no va a peor, al contrario!
Disfruto de los colores.
Y dejo el repetitivo y agradable "track" para jugar por caminos desconocidos.
Camino arriba, camino abajo, más amplio o menos, buenas pendientes.
Algún costerón con piedra suelta. El hombro aguanta: el ritmo es más elevado que semanas atrás y no dudo en bajar, subir, cruzar, sortear y dar media vuelta.
Contento con ello, me paro a tomar un café.
Si, no en un bar: ...
... al aire; Uno, amigo del campo, de sus actuales colores ¡y olores!
Continuo mi marcha, y alcanzo un buen ritmo, de disfrutar, a pesar de ir solo. Hacía tiempo.
Y al bajar el valle recuerdo el camino ese de allí, de lo juguetón que marcha paralelo a la valla
Y a por él me lanzo
¡Que divertido!
Y lo justo para desembocar a pocos kms de la A III y a tiro de piedra de casa.
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