Salía antes de las tres. Visto y no visto
Y volvía sobre las seis. A 70 km/h, con la boina encima de la gran urbe. Atrás dejaba la luz, colores y silencio que me regalé.
Imagino cómo estaba de traicionero el terreno por la mañana, pues por la tarde la humedad de la sombra de simples árboles, te podían tirar por asfalto y notar por campo cómo los tacos cumplían su función.
Quedan bañeras, largas, me encantan, pero, me metí también por un camino que esconde una senda que no transitaba desde hace años
Las enduro se han comido el escalón. De lo que me alegro, pues iba yo con mis dudas, y uno ya desentrenado y sin idea de complicarse nada la vida, miraba más adelante a ver en qué estado se encontraba ese paso. Solo algo de terreno escurridizo pero sin problemas. Vas encajonado, con sube bajas de terrazas y siempre me ha gustado. No se si he pasado con esta moto. No lo recuerdo. Con la Teneré sí, y lo recuerdo porque me quedé enganchado.
La poza estaba increíblemente limpia y hasta arriba de agua, pero, es diciembre por muy primaveral que se encuentre el día. Ni me quiero imaginar lo fría que debe estar el agua.
Así que a mi rollito. A respirar tranquilidad y disfrutar del paseo.
El domingo aprovecharé bien la mañana..., espero. Y va a hacer este tiempo.
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