Y ahí he estado hoy, casi treinta años después de aquella prueba, con el último modelo que Honda ha diseñado de esta conocida moto, rodando por este terreno perfecto para un vehículo de este tipo.
La previsión de la página del tiempo por la que me guío ha acertado de pleno: El viernes por la mañana no debe llover por esta Provincia vecina y en todo caso puede caer algo a partir de la una ya en la Capital.
Manto verde fuera del asfalto, ocres, rojizos, arroyos, bajadas de agua como esperaba y el terreno perfecto a pesar de las lluvias.
Ya no lo conozco como antes, se me han olvidado las entradas y salidas y desvíos, por lo que no he pasado por donde quería, me he saltado algo que deseaba visitar, pero también he conocido una pista que no había hecho nunca y en la que he encontrado un lugar donde el torrente cubría unos buenos metros el camino para luego caer el agua por la derecha barranco abajo.
Tras parar a tomar café a sotavento de un refugio, donde todavía queda algo de nieve, encuentro a una pareja en un Montero con un perro, y que me darán conversación; El es otro motero con una XC 800 actualmente y una 250 EC, y mira tu por donde también aficionado a las clásicas con una Cota, una 348 para envidia sana mía.
Pocos llanos; Esto es un sube baja como si fuera una montaña rusa. El terreno blando, en alguna pendiente había que frenar con cuidado, y se mezclan los tramos de piedra agarrada, de surcos o de raíces.
Cada día más asfalto, lamentablemente, pero el descenso resulta relajante.
Paseo.
Y continuo el descenso hasta el pantano para seguir un poco, parar a tomar el picoteo que llevo...
... cuando encuentro esta imagen y volver por carreteras retorcidas, atravesar el pesado Galapagar, hasta casa.
280 km de placer y que sigue dando esta máquina que hoy tengo como hace treinta años