domingo, 4 de enero de 2015

Juana, La Beltraneja

Hoy ha tocado echar un vistazo a uno de los castillos donde Juana, La Beltraneja, hija ilegítima de Enrique IV, paso largas temporadas, disfrutando seguro de las vistas hacia Hita y el Ocejón: ¡Ah!, si, en Trijueque se encuentra lo poco que queda de aquello declarado Patrimonio Histórico, y más de la Iglesia hecha añicos en la Guerra Civil.

¿Y cómo llegar hasta allá?





La ruta, por caminos, empieza en Taracena, y lo primero es llegar ahí arriba, a Peña Hueva





La subida es fácil de encontrar y de alcanzar. Algún pedrusco y arena suelta encuentro y que paso torpemente como consecuencia del frío acumulado durante el rato de carretera y los guantes gordos eléctricos.




La luz del día es espectacular y más ahí arriba, donde parece que hay más todavía por lo abierto y el permanente horizonte mires donde mires,

Fuera guantes gordos y braga y a seguir avanzando con el Ocejón ahora a las once.




La vista de la Sierra de Madrid nevada y a continuación del Ocejón, y por medio el valle del Badiel con La Muela e Hita, es constante y atractiva de ver. Encontraré a un trailero que desde aquí saludo por si salta la libre y lee esto, sobre una inmaculada XTR 660 blanca, preciosa, que paseaba por la zona, y a una sra con un Ibiza que me preguntaba por un mirador que no debía ser el que yo buscaba, pero que ella debía encontrar si o si por esos caminos ?????





La Iglesia y su merendero perfecto para parar largo rato a almorzar y jugar con los prismáticos.




¡Que calor! Fuera más ropa. Salchichón con pan, mandarina y café. (A la salud de Nacho Oliva)





Del castillo poco, muy poco queda. Y las vistas obligan a no salir del merendero. Un lujo. 





Lamentable: se me olvida pasar por la plaza. Grgrgrgrgr. Tanto querer seguir el camino....





Algún propietario o trabajador por cuenta de aquél, labra y siembra zonas del camino. Lo siento, pero el camino se ve al fondo y cruzo por los margenes, cuando puedo, alguna tierra en la que se ha debido respectar el camino que el mismo GPS reconoce. Me molesta pero también que no se pueda seguir la ruta. Buenas piedras escondidas me he tragado; una casi me tira.




Otra sorpresa ha sido el bosque  cerrado último que he cruzado. Y sus gamos. ¿Porqué hace tanta ilusión ver a esos elegantes animales? No se, pero me chiflan.




Gajanejos. Aquí he de poner fin a la ruta preparada. Poco ha faltado para hacerla completa, pero, bueno, ya se hará.

Braga, tapones en los oídos y a casa disfrutando del valle de Valdenoches, a velocidad a la que ya se tiene sensación moderada de velocidad, 









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