La cueva de los Siete Altares es una construcción visigoda con no tantos altares como da a entender su nombre y con un sepulcro.
Un poco más adelante he dado media vuelta.
Pero, de nuevo, durante el regreso, pensaba en la de gente que habrá pisado la senda por la que rodaba en bici hoy, y me recreaba imaginando en las gentes que anduvieron por ahí en el momento en que agrandaban y transformaban aquella cueva. Aquéllos, vinieron del norte, se mezclaron con quienes habitaban entonces estas tierras, hablaron el latín que se hablaba, si bien añadieron otras palabras como parra, ropa, ganso, guardia, espía, brotar, etc., y vestían túnicas de lana, lino o cáñamo, como todos, como venía siendo costumbre desde Roma, y sus típìcas calzas, y a todo se unían mantos y ropas de piel como abrigo; Melena y a andar por esas sendas bien cargados, todo lo contrario a hoy con las ropas "técnicas", apropiada cada una para cada actividad.
Han sido 21 kms con estas vistas, además del disfrute en coche de la hora y cuarto de ida y vuelta para alcanzar el lugar de salida y vuelta a casa sumergido entre las altas paredes del cañón del río Duratón, partiendo de Sepúlveda, solitario pues no he encontrado a nadie a la ida salvo una pareja que corría empapando de sudor su ropa ad hoc, y escuchando el agua correr y todos los sonidos que nos da la naturaleza a esas horas.
Tres horas de placer, y no más por darme gusto atendiendo otras tareas, que no por falta de ganas. He dejado de darme un baño porque el agua estaba fría y no tenía pizca de calor, aunque varias han sido las veces en las que he tocado el agua para quitarme sudor o simplemente por el placer de disfrutar las cristalinas aguas.
Y ya de vuelta encuentro al primer viandante, en bici, de azul, luego un grupo de fotógrafos muy cargados de máquinas, objetivos y trípodes; Y por último 36 ciclistas de frente. ¡Qué susto el Monje o visigodo que se hubiera topado con ese largo grupo de tíos de colores, de 40 para arriba salvo dos o tres, con esas "peazo" bicis, y equipos de lo más ligeros! O pobre bicicleteros si se hubieran encontrado a un carro de gorda y pesada madera tirada por un par de bueyes.
Asi lo veo... o te veo yo, ya lo decia Aristoteles... Considero mas valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria mas dura es la victoria sobre uno mismo.
ResponderEliminarGran salida, un saludo
Medel
Pues hombre, es cierto que sacar fuerzas, superar la pereza, organizarte con familia, encontrar el hueco y lanzarte para disfrutar de lo que te gusta cuesta, pero ayuda a seguir siendo uno mismo.
ResponderEliminarMe ha enganchado la bici.
En sept quiero hacer la ruta de lozoya,,,