lunes, 17 de marzo de 2014

Rodando hacia el Horizonte.

Perder la vista en el horizonte sin pensar en nada ha sido lo más destacado de la escapada de "siete horas dale que te pego" que me ha ofrecido Luis, un nuevo compañero de excursiones que estaba pendiente de conocer





Resulta un auténtico placer perder tanto la mirada en el horizonte, que hasta parece que el mundo a tu alrededor desaparece, y junto con el aire que entra por el hueco de la pantalla del casco te hace sentir renovado de todo aquello que te ha ido minando a lo largo de la semana.






El terreno fácil que ha permitido disfrutar del paisaje y de la moto, la agradable temperatura, el sol radiante tras el mal tiempo que nos ha estado acompañando, el suave funcionamiento de la XL 700 V más el dulce petardeo del escape del clásico mono refrigerado por aire de Yamaha que me guiaba por caminos y caminos y curvas, me han dejado marcado el recuerdo hasta la próxima salida.







Primera salida juntos, al fin, pues en más de una ocasión hemos intercambiado algún mensaje privado a través del foro de trail que hojeamos, y hasta en alguna ocasión nos hemos cruzado por la carreteras que recorremos frecuentemente por separado.




Otro madrugador, al que le gusta aprovechar la mañana y a quien le gusta rodar y rodar con su trail para todo contemplando el paisaje y dando algún acelerón de vez en cuando en alguna recta de grava que pide actuar con algo de decisión ante el meneo de la dirección, o a la salida de alguna curva para colocar la moto y darle gustillo al cuerpo.





Además de esos kilómetros y kilómetros de caminos, de poder mirar a lo lejos encontrando pequeñas sierras aisladas, Luis me ha mostrado, convencido desde el inicio de que gustaría, uno de esos rincones que me apasionan: otra fuente más que sumar a la lista, válida para muchos usos, no sólo para servir de descanso en la ruta.




En cada parada charlamos; Es más importante que el hacer fotos, que buscar el lugar que mejor te parece para tirar una foto. Hay que ir conociéndonos.




Una cerveza y una cocacola con buen plato de aceitunas y aperitivo nos llevan a decidir la vuelta hasta casa a eso de la una.




Rehacemos la pista que nos condujo hasta el bar y tras una parada en una Virgen ubicada en un alto, al lado del Tajo, volvemos por una carretera que no se cómo jamás había pisado, ¡si estaba ahí, por donde he pasado miles de veces! Curvas y más curvas para llegar hasta muy cerca de casa y hacer los ultimos 20 km por autovía.





Este gesto te lo tendría que dedicar yo a ti, Luis. Gracias por la ruta.




El valle interminable con algún humedal y caseta observatorio de aves. He dejado pendiente subir una loma que tenia marcado el ascenso, desde donde imagino que la vista merecerá la pena.




Y las monturas.





No ha habido percance alguno salvo un "¡uyyyy!" en una curva con grava en la que iba yo mirando donde no debía.


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