lunes, 11 de noviembre de 2019

A remojo


Amanece buen día en Madrid, pero las previsiones no se equivocarán. Desde el lugar de encuentro, nos ponemos en marcha camino de donde se espera lluvia a partir de las doce am.  No se espera nieve para el sábado por donde vamos, y es lo que me empuja a continuar cuando me levanto. 




Elijo volverme el sábado ante las circunstancias, y, pasado el domingo, he de decir que acerté con la decisión: me habían surgido cosas pendientes, prioritarias ahora para mi, y he superado las expectativas, porque saqué adelante las previstas y otras no tan importantes pero que requieren tiempo, y dada la meteorología ya habría más días para disfrutar mejor del campo, de sus paisajes y de ratos parado contemplando.





Tenía ganas de disfrutar de los colores del otoño, y me he traído bastantes imágenes  grabadas en la retina de valles ocres y praderas amarillas, así como el buen rato de la parada que se convirtió en comida en la entrada de la Iglesia de un pueblo llamado....., no lo recuerdo; También de las casas de piedra y viejas puertas de madera encontradas al atravesar los pueblos con olor a chimenea.





Y es que montar en moto está bien, pero, es más de lo mismo; 





Mucho tiempo ha pasado desde que semejante aguacero cae incesantemente sobre el campo; Nuestros trajes de agua nos protegen, así como los tacos de las ruedas. Juan Carlos va tirando del grupo. La ruta no puede ser mejor para esta meteorología. Son pistas y caminos no botijeros, y las ruedas aguantan la trayectoria. En algún caso la mía empieza a no hacerme caso,...





... pero, leyendo el terreno se adivina donde debo aflojar y donde tirar. Al final el juego divierte, pero, no como antes: no puedo retirar la vista del camino.





El grupo es lo que disfruto, pero, parar es retrasar la ruta, y es complicado porque con la lluvia ni te puedes quitar el casco, y apoyar la bota es quedarte pegado en el terreno. Así que bien por esa parada larga de comida en la que los dulces y salados se mezclaban con el café del termo, pero, tan felices allí charlando al cobijo de las vigas de madera y paredes de piedra.








Y pasos como este, llenito de hojas caídas y las vistas de amarillos, y ocres constantes, en esas miradas fuera del camino que me permitía, no sin riesgo, son los que quedan de este fabuloso día en el que los compañeros avanzan por las ganas de estar fuera de casa, en libertad, cambiando el ritmo de diario.















En una encina nos cobijamos. Necesidades fisiológicas lo requieren, pero, un compi anda con las manos ateridas. Ninguno pensábamos que podía llover tanto tiempo sin parar. LLevamos cinco horas lloviendo y sus guantes están empapados.



 
Se hace necesaria una parada en un bar para tomar algo caliente y decidimos buscar uno en el siguiente pueblo. Para mi deja de tener sentido alejarme mas, por lo que decido volver y me despido.




Camino de Ávila tengo la sensación de disfrutar del momento, del paisaje que ahora puedo mirar ante la ausencia de circulación y el firme más seguro y de las largas rectas. Me relajo, y unos kms antes de Avila paro, echo gasolina, me pongo los guantes calefactables, enciendo el chaleco calefactable, y decido ir a Madrid por El Escorial, no por la aburrida autovía.





Y, continuo relajado, disfrutando del paisaje y carretera de Ávila a la Cruz Verde. Paro en El Escorial, tomo un café calentito, y continuo hasta el Valle de los Caídos, donde me desvío a Guadarrama y ahora sí a la Autovía.

Al poco de entrar en la autovía, me empieza a doler el culo, la espalda, empiezo a tener frío. No es nada: es la vuelta.

2 comentarios:

  1. En el recuerdo me vienen rutas con agua... como siempre la cantidad hara que la ruta sea mas o menos llevadera.
    En pocas ocasiones cuando la lluvia es perfecta, es una de las mayores gozadas en moto.
    Como tantas veces te quedas a medias... eres como una goma, te estiras a dos bandas.
    Un abrazo
    Medel

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    1. Si, ya, ?y qué voy a hacer?A ratos me frustro, pero, es lo que toca, es lo que siento, he montado mucho en moto, y ahora hay cosas importantes que no quiero dejar y sentir mañana que las abandoné.

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