Decía en la última crónica que el baúl cumpliría una gran función en la siguiente salida.
Cambiaron las cosas al nacer el Mochuelo, y ahora, por el momento, las cosas son, se sienten diferentes. Uno es consciente del cambio, de cómo..., ayer..., pensabas, sentías y hacías las cosas, y como ahora pasas página, y algo ha cambiado que empuja a hacer lo mismo de otra forma.
Y, camino del pueblo, contando con el tiempo que me dediqué entre semana para mi persona, pensé en aprovechar para visitar esta torre, a la que tenía echado el ojo hace tiempo y dar una vuelta por el pueblo.
Tenía que llevar algunas cosas, debía salir desde el cole del Niño para aprovechar el tiempo, y evitar las caravanas de salida de Madrid de un día de diario (M 40. M-45), por lo que cargaba con su casco y cazadora, y el resto.
Y el baúl sobre su nuevo soporte me hizo el viaje muy fácil; Cargué con mucho, y dejé hueco para la ropa que seguro a las once de la mañana ya me iba a sobrar.
Nada de frío, unido a la ropa adecuada y justa, no viento, no insectos. Una vez fuera de la locura de vehículos que rodean Madrid por la mañana a diario, las condiciones de la mañana, de la carretera y el comportamiento de la moto, me van haciendo subir de velocidad y rodar a un ritmo que tiempo ha que no mantenía.
¡Una gozada! ¡Qué moto!
Una vez alcanzado el alto, me paseé el pueblo. Me encantó. ¡Qué amor el de nuestros mayores por su casas, por su pueblo; Cómo invierten tiempo, dinero y cariño en conservarlos y embellecer los rincones de sus fachadas y calles.
Un buen descanso al sol y a pasear.
El rollo, con cadena todavía.
Y su fuente, manantial, este día seco, pero húmedo con bancos de cara al pueblo y a su torre.
Las vistas desde arriba me mostraron claramente que de Moñux a Gómara podía llegar por campo fácilmente.
Y me puse manos a la obra...
De nuevo, con la ropa adecuada, más descargado, me puse a elegir caminos y pistas, y en un bar me cogí una barra de pan y unos torreznos.
Moñux era un lugar a conocer, pero, la suerte me hizo cumplir otro deseo, que fue parar a comerme los torreznos en un lugar que siempre me atrae, que a veces paro, y que este día fue para pasar un rato para reponerme y disfrutar de unos torreznos.
Enlazo con los caminos que me llevan a la Ermita, allí paro un rato y voy para el pueblo...
..., donde pasaré tres horas con lo que iba a hacer, y a descargar y colocar lo que llevaba.
Aquí comí, me tomé un refresco con una vecina, y tras un pequeño rato más a mi aire...
...., puse camino a Madrid por carreteras secundarias hasta Medinaceli, donde compré unas bolsas de Paciencias.
Esto me ha llevado a comprar unas chuches para repetir este viaje, por otra ruta, descubriendo otros caminos y visitando otros lugares, mientras probablemente cargo con cosas y voy con ello solucionando asuntos.
Veremos,