Una mañana increíble. Pocas veces al año se dan estas condiciones:fresco por la mañana muy temprano, sin sensación de frío; Carretera limpia de vehículos, toooodo verde a mi alrededor, y a 140 en un pispas en Somosierra. ¡Hasta la autovía gusta así!
¿Y de qué iba esto? De nada, de ir a pasar el rato. Primero, se suponía que subiría el calor, por lo que no quería más que dejarme llevar hasta que me resultara incomoda la temperatura; Segundo, quería estar ante la desnuda falta de la Sierra por el lado norte, sin urbanizaciones, etc, que estropeen la panomárica; Tercero, quería ver tres cosas de las que siempre que voy al pueblo digo de ir y guardo en mi memoria. Esta torre de arriba era una de ellas.
Este sería otro de los lugares. Ahora cerrado, pero, en nada estará abierta su piscina natural y quioscos. Lugar para retirarse entre semana a relajarse y cenar al fresco. Idílico. Le falta zona de acampada, pero, ya no sería lo mismo.
A dedo, me dirijo hacia las cuevas de Prádena. Las encuentro cerradas y tomo nota de los horarios para volver en familia.
La Senda de los Lavaderos, otra zona para ir con la bici para acá o allá; No he hecho mucho, me he encontrado en el mismo cruce en dos ocasiones, pero, me metía por todos los lugares porque todo estaba para pisarlo, disfrutarlo. Cuesta ya no madrugar, sino ponerse en marcha, cargar los bultos, no dejarte nada y salir, pero, merece la pena.
Ermita de los Lavaderos. Y sus alrededores. En agosto no será lo mismo, a la solanera.
Ya voy camino de mi tercera motivación de hoy: el almuerzo con silla y vistas a la Sierra.
Ya esta todo hecho. ¿Y entonces? Decido tirar hacia Pedraza, a tomar una coca cola fresca. Marco Pedraza en el gps, modo bici, mapas de campo, y a ver que encuentro.
Unos bosques entre los que circulo con cuidado por los estrechos caminos, por los jabalíes, corzos, etc. Pitando de vez en cuando.
"España Vaciada" Que lástima.
¡Y!, en el barrio de la Revilla, pedazo de sorpresa abajo de las paredes rojas de piedra, la iglesia de San Juan Bautista
¡Qué lugar! De piedra que me ha dejado. Hay que saltar, y es fácil salir. Por ahí, por detrás de la
moto.
Tras un vadeo, un poco más de camino y un buen tramo de carretera, llego a Pedraza.
Y estábamos cuatro.
Esperaba más gente, y que las cuevas hubieran abierto antes, por se San Isidro en Madrid, día en el que huimos muchos de la Capital del Reino
Y, a por la siguiente. Si, volveré, pero, repetir cuando salgo de Madrid me resulta difícil. Veremos.
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