Por separado, salvo el Organizador y su compi, nos encontramos el viernes tarde noche en Atienza y alrededores los cinco Elementos. Por mi parte, al ver que no iba a ser el último en llegar, me tomé la tarde de paseo hasta allí, disfrutando del paisaje verde, de divisar las torres de las iglesias, de retirarme de la carretera para visitar la de Padilla, y de tirar unas fotos, como no.
Había que ir con mucho cuidado por temor a que algún corzo, jabalí, etc, se cruzara en la carretera, pero qué placer de paseo por esas carreteras solitarias, y qué bonita imagen al coronar la subida y divisar iluminado el castillo de Atienza, caída la noche.
Desacertado bajar por esos escalones con la moto por esa calle desde la plaza, pero, seguí las indicaciones de un aldeano que, al preguntar por el supermercado, me indicó que tirara calle abajo que “con esa moto puedes”; ¡Quién iba a pensar en escaleras! Socavones, obras, vale, pero, ¿escaleras?
Aitor se abrigaba, Juancar con su buen tono de siempre, y al poco llegó Luis, y acompañados por la oscuridad fuimos a recoger a Ricard, y de aquél pueblo a encender la chimenea, charlar, solomillo de cerdo, salchichón, y “petaca” de licor de hierbas.
Al día siguiente, desayunamos, charlamos y seguimos órdenes de Juancar. Luis haría turismo con su Mamut, y los cuatro restantes nos dedicamos a seguir el camino marcado, subiendo a torres, visitando murallas y castillos, con rabia de ver pasar el rato y una ilusión tremenda por aprovechar cada minuto.
Yo iba atrás, haciendo vídeo y sonándome los mocazos cada vez que me era posible. La botella de agua caliente en las lumbares durante el viernes en la silla de la oficina cumplió, y no iba mal. Y, rodeado de monocilíndricos, observaba el funcionamiento de los mismos, y sobre todo la postura de los pilotos sobre las 690 y 701.
Porque claro, en el campo, qué bien, pero, amigo que soy también de la carretera, de la carga, de alejarme de la ciudad, pues se me quedan escasas de protección y comodidad; Pero, ahí estaban a doscientos y pico kms de Madrid, con equipaje para una noche, moviéndose ágilmente, y ni una queja de ellos sobre el asiento o el pasar las horas en máquinas que vibran más que la Avispa, tienen menos espuma en el asiento, y circulan pecho al viento.
“¿Me querrían convencer de algo?” Ricardo se unió a nosotros tras bajar de Barcelona todo el día, pasó el sábado subido en la moto, con vuelta a Madrid por secundarias por la tarde, y no abandonó su sonrisa en ningún momento.
Porque claro, en el campo, qué bien, pero, amigo que soy también de la carretera, de la carga, de alejarme de la ciudad, pues se me quedan escasas de protección y comodidad; Pero, ahí estaban a doscientos y pico kms de Madrid, con equipaje para una noche, moviéndose ágilmente, y ni una queja de ellos sobre el asiento o el pasar las horas en máquinas que vibran más que la Avispa, tienen menos espuma en el asiento, y circulan pecho al viento.
“¿Me querrían convencer de algo?” Ricardo se unió a nosotros tras bajar de Barcelona todo el día, pasó el sábado subido en la moto, con vuelta a Madrid por secundarias por la tarde, y no abandonó su sonrisa en ningún momento.
Tras visitar una torre, cerca de Rello, fuimos a la que ya conocía yo,aquella en la que permaneció Almanzor en su muerte. Luego, camino de Berlanga, recorrimos un montón de caminos, subimos a … y de ahí al Burgo de Osma, a comer, junto con Luis.
Torreznos, morcillica de arroz, y otros manjares. Parar a comer en mesa rompe el ritmo y se alarga el comer más de la cuenta. Soy más amigo de comer en el campo y seguir, hasta que llegue la hora, momento de comenzar la vuelta.
Torreznos, morcillica de arroz, y otros manjares. Parar a comer en mesa rompe el ritmo y se alarga el comer más de la cuenta. Soy más amigo de comer en el campo y seguir, hasta que llegue la hora, momento de comenzar la vuelta.
En la mesa comenzaron a salir los comentarios de volver, de cuándo y cómo. “Volver” es una palabra que me lleva si o si a hacerlo, no con prisa, pero ya que hay que volver, y como lo que se iba a hacer, lo que más apetecía y nos movió ya estaba hecho, ¿para qué retrasar más lo inevitable?
Aitor y yo volvimos por el camino más recto y lo menos aburrido posible, disfrutando del paisaje a 110 km/h, tranquilmente, y el resto finalmente no escogió la vuelta propuesta por Juancar demasiado larga y pesada cuando se habla de vuelta –bajo mi punto de vista-, y lo hicieron por carreteras secundarias más recónditas.
Al final tardaban hora y cuarto más sólo, pero, ese rato me sirvió a mi para visitar a mi padre, de lo que siempre tengo ganas, y volver al garaje a descargar la moto y estar con quienes me apetece a poco que disfruto algo del campo, en moto, en bici, y en este caso, del aliciente de pasar la noche en un pueblo, de la chimenea y en ¡Castilla León!
Aitor y yo volvimos por el camino más recto y lo menos aburrido posible, disfrutando del paisaje a 110 km/h, tranquilmente, y el resto finalmente no escogió la vuelta propuesta por Juancar demasiado larga y pesada cuando se habla de vuelta –bajo mi punto de vista-, y lo hicieron por carreteras secundarias más recónditas.
Al final tardaban hora y cuarto más sólo, pero, ese rato me sirvió a mi para visitar a mi padre, de lo que siempre tengo ganas, y volver al garaje a descargar la moto y estar con quienes me apetece a poco que disfruto algo del campo, en moto, en bici, y en este caso, del aliciente de pasar la noche en un pueblo, de la chimenea y en ¡Castilla León!
Gracias Juancar.
Trail por Castilla from Jesus A on Vimeo.