Hace unas semanas el barro impidió recorrer la ruta que hoy
presento.
Este fin de semana he retomado la idea, y por razones
personales con la singular Avispa, no con la Pamperita, pues en las
rutas alejadas del pueblo la dos tiempos y su asiento no me son suficientes.
Tengo la sensación de encontrarme en un espacio más abierto
de lo normal; En muchos momentos, disfruto de una posición alta desde la que el
paisaje va cayendo como hasta un escenario en el que puedo divisar el Moncayo,
bosques, cultivos y lavajos.
Hay dos picos que también quiero alcanzar y entre los que
existe un camino de paso. Sin embargo, el tiempo lo ha deteriorado y por
supuesto la falta de paso. No me parece peor que otros pasos similares que
conozco, pero el no ser conocido y yendo solo me echa para atrás. Me ayudo del
GPS y busco otras posibilidades, increíbles posibilidades.
El terreno blando, esponjoso, rocas en la cuneta sueltas y
pronunciada pendiente como para vehículos actuales más potentes me llevan a
pensar que esa pista está abierta hace poco; Además, apunta a los riscos que
quería alcanzar y me lleva donde quiero.
Y tras una curva rápida aparece La Mole, nevado de nuevo y
Sauquillo del Alcazar, pueblo abandonado; Me impresiona su estado. Un pueblo
colgado de esos riscos, cara al sol en donde cuántas mañanas y tardes gente
sentada habrá disfrutado de esas vistas, y charlado de sus asuntos y, en su
momento, de que aquello se quedaba sólo y no quedaba juventud que continuara la
labor de tanto tiempo atrás
En las tertulias nocturnas veraniegas, en la calle, bajo la clara Vía
Láctea, una vecina me comentaba cómo en casa de fulanita encontró las ventanas
de la casa de sus padres sita en otro pueblo también ya abandonado; De cómo las
mismas cruces de los cementerios se roban, además de cuadros y demás cosas que quedan en algunas casas
cerradas que no se respetan.
Como decía, no me da
tiempo a todo lo que pretendía. Elijo ir a ver la estación de tren de
Tordesalas que dejé de visitar en otro paseo que terminaba por allí cerca.
Después iré haciendo uso del GPS de nuevo para regresar por otro sitio al punto de partida haciendo un bucle por campo y encontrando otro castillo (Tobajas) de cuya existencia no sabía.
Mejor haber aprovechado asi el resto de mañana que ir con prisas más lejos. Otro día al otro valle.
Nota:
Casa fuerte o palacio del siglo XVI, residencia de la familia de los Tobajas, construida alrededor de una torre del siglo XI de origen posiblemente árabe. Se encuentra situado aguas arriba del río Carabán, y es visible desde la carretera de Carabantes a La Quiñonería. El palacio cuenta con su propia leyenda, donde el rapto de la hija del último señor de Tobajas provocó que abandonara el palacio afligido por la pena. Se sabe que en el siglo XVI efectivamente ya no pertenece a los Tobajas, sino a Don Diego Valdivieso.
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