La mañana ha sido heladora.
Los guantes calefactables mantenían las manos frías de ya empezar a doler, pero, es que fuera de ellos se quedaban congeladas.
Para demostración de lo que digo, están los carámbanos que aparecen en las fotos. Hacer fotos requería concentración a la hora de pulsar el botón con el dedo.
Pero, el azul del cielo, el campo trabajado verde y los tonos marrones mezclados eran un regalo. Una mañana muy fría y muy limpia.
Por otro lado, he cruzado granjas de avestruces, ocas, ovejas, vacas, y he hecho salir a corzos y jabalíes, un zorro, y vuelos de pequeñas aves como aguiluchos. ¡Un zoo!
Pero, mapaches no, y eso que por el Parque Regional del Sureste hay una plaga, ya peligrosa, por resultar bichos que transmiten enfermedades y con los que no se ha encontrado remedio,...
... no así con los jabalíes a los que se está cazando con arqueros que altruistamente, y por pura afición, están ayudando a controlar su población.
Hay una zona con camino duuuuro, muy duuuro. Es así. El terreno fuera del asfalto a veces es duro, y como mi moto no tiene sistemas de control de modos de terreno a dios gracias, pues, voy agarrando el manillar con ganas por que rebota la corta suspensión demasiado en estas condiciones.
Otra característica de la mañana es lo ondulado del terreno; Eso de ir de pie en la moto, subir una loma y ver a lo lejos que el camino sube y baja, apareciendo y desapareciendo, y con el placer de pensar lo que queda de recorrerlo.
Y llegó la hora del té con frutos secos. Se ha acabado la bolsa que me autopreparé a mi gusto.
Pedazo de lugar, de pradera, de mini arboleda de río, y qué agua, y qué panorama. Apoyado en la rueda delantera y cubrecarter, paso cerca de media hora al sol, sintiendo como absorbe la ropa el calor, y momento en que apago el chaleco calefactable.
Luego saco el dron y me la juego: lo lanzo al río y gasto una pila sobrevolando los árboles y cruzando el río hasta la otra orilla. Pero, he perdido una de las dos tomas, grgrgrgrgrgrgr,... demasiadas cosas, demasiados cargadores en casa, y claves y ¡hostias! y se pasó darle al botoncito al final de la grabación.
El Tajo es..., me lo imagino como ese río en el que Ayla pasea en algunas escenas de El Clan del Oso Cavernario recogiendo flores y plantas.
Está claro que esta excursión la repetiré y buscaré mas "aparcaderos" donde disfrutar a su orilla, o me pararé en algún puente de esos viejos, con vallas del "Cuéntame" a mirar abajo y a tirar alguna piedra.
Topo con la presa que más me ha gustado de las encontradas. El sonido del agua refresca y gusta.
Y, luego, aldeas con casas deshabitadas. ¿De quién serán? ¿Por qué no van? ¿Cómo no están hoy ocupadas las que están vacías? ¡¡Qué lugares tan perdidos una vez acabado el canal!!
Me desvío de la ruta solo por el placer de ver aquéllo, pero, tendré que volver. No hay salida. Acaba en una finca.
Vuelvo sobre mis huellas, y tomo la ruta a Driebes. Pistón.
Qué variedad de terreno. Y tanto me distraigo que me salgo, y acaba la moto en un reguero. No me pasa nada. Iba en segunda mirando totalmente distraído, y la grava no permite frenar sin estrellarse para acabar en el mismo sitio.
En fin, unos amables señores que aparecen, uno de ellos gordete pero forzudo, suman, y el esfuerzo de todos hace subir la moto. No hay tiempo para fotos, y me marco un vídeo hablándome a mi mismo. Recoloco espejos, nada parece roto, algún arañazo, y aflojo la rueda trasera y meto la cadena y a seguir, que hace un extraordinario día.
Los colores rojizos comienzan a aparecer. Llegamos a La Alcarria.
La pista final..., soberbia, y para terminar en Mondejar.
Hablo por tl con la parienta, le digo que voy para casa, que llego en una hora y para casa, con la familia a comer.
De 10.
Canal de Estremera from Jesus A on Vimeo.