Vaya semanita.
Será una crónica distinta, sin fotos, pues están en el vídeo que, arañando horas por la noche, he sacado adelante. Podría haberlo hecho algo mejor, pero, termino casándome, perdiendo la paciencia, y esto después de haber incluído cosillas que se me iban viniendo a la mente y que requieren jugar con los tiempos para que no salga un vídeo largo y tostón, y con la música. Es divertido y entretenido hacer vídeos para recordar momentos ahora y mañana, pero, los días no dan más de sí tampoco.
Y, dicho esto (¡qué poco me gustan estas dos palabras! ), pues os cuento en pocas palabras qué pasó.
Como supondréis el tiempo hace que salir de la ciudad y ver el campo merezca la pena totalmente por la vida que tiene, verdor, y agua por todas partes, y también que surjan dudas sobre si ir o no ir con la que está cayendo. Pero, un mensaje del sábado a las siete de la mañan podrá expresar lo poco que importaba: "Diluvia en mi barrio, ¿todo bien?" "Estoy cargando en el garaje: nos vemos ahora" Un tercero:"Yo bajo a cargar ahora, aquí no se si llueve, pero nos vamos"
Algo así. Y hala.
Reunidos en el lugar de quedada, planteamos pasear por carretera, pero, decidimos probar el campo y ver su estado.
La cosa empezó bien, con cuidado de leer bien el terreno y procurar no caer fuerte al suelo manteniendo un ritmo lento y seguro. Tan lento que yo me pasé, me escurrí se cayó la moto, se ahogó, y su batería algo baja murió al intentar arrancar. La situación era una tontería pero jodida. Ligera cuesta arriba, te caías solo andando de lo que resbalaba el suelo en ese preciso lugar, con lo que dar la vuelta para coger cuesta abajo era difícil, e imposible que la rueda trasera con una marcha metida enganchara para arrancar a tirón. Si, si, una chorrada, pero, anda, y hazlo.
La sorpresa vino de Liet-Kynes. Se pueden llevar trastos, pero, esto me dejó k.o.: un arrancador. Hecho. Espectacular el aparato y el acierto el llevarlo. Yo creo que hay que ser brujo para adivinar que ese día iba a hacer falta. Oye, sin sudar, sin mancharse,...
Más adelante, Mapache tendría un problema en su rueda trasera, que un compresor, enchufado al cargador de batería, soluciona. Liet,
Avanzábamos por campo, y según la nube que había soltado agua, teníamos zonas más escurridizas o en buen estado. En general bien, y el que se confiaba..., al suelo.
Tramo de carretera que el sr Ilex me mostró, rodeado de verde, y la carretera casi tapada por la frondosidad, y de asfalto 10. Disfrutamos de ese tramo, y nos relajamos mirando a nuestro alrededor.
En Almoguera compramos y comimos cerca del pueblo. Aquí empezamos a gestionar el encuentro con Ziervo Amigo. El bonito tramo del Tajo, visto desde allá arriba, lo disfrutamos nuevamente, ya que todos lo conocíamos, y la vega del río abajo, todos la conocimos de otra forma, sufriéndola más quienes llevamos guardabarros bajo y no nos da la gana quitarlo. Tres o cuatro veces rodé yo por el suelo, y camisetas, calzoncillos, calcetines y otros, quedaron bien sudados.
La falta de gasolina de la 990 nos llevó a una gasolinera con lavacoches. Lavamos las motos. Pesaban 30 kgs más cada una, rascaban las pinzas del freno, las ruedas, cadenas, y demás, y "Aquarius" hizo el agosto con nosotros.
Ziervo anuncia que sale, y ahora ya no por relajarnos, sino por descansar y que el sudor seque, quedamos con él en Cuenca. Avanzamos por carretera a trote cochinero, y regateando a las nubes que veíamos a lo lejos que iban dejando agua. El momento de las tormentas suele ser por la tarde y pintaba que nos íbamos a calar.
Sin embargo, llegamos a Cuenca secos, y con el tiempo mejor. Saludos, bienvenida, alegría por el nuevo compi que se ha dado la paliza para cogernos , y que viene con ganas. El tío nos mete por el monte con un acierto propio de su nombre, como si fuera oliendo por dónde va el camino hacia el destino. Una zona que yo había preparado, pero, justo ahí había marcado por carretera porque en la pantalla del ordenador no me pareció clara (ojo, tampoco para un viajecillo de más de un día con una meta, pues, si hay que ir, se va...) El Sr Ziervo nos dejó ojipláticos, se creció un poco y ya le dijimos: "¡eh, que ahora si que no, que es para allá! , y enganchamos el "trá" hasta destino por campos... Un placer
Atardecía. Buscamos el lugar donde ya habíamos acampado Ziervo y yo con su nene hará un par de años, y justo nada más terminar de montar las tiendas, y por primera vez en todo el día, nos cae agua.
"¿Que llevará Mapache en el colín de su moto?" Lo necesario, lo que iba a necesitarse, como Liet. Un techo para el que parecía que nos habían puesto los árboles a la distancia adecuada, mas un suelo donde poner el trasero con el calzón ya seco. Y ahí cenamos, entre chaparrones suaves de agua y ratos de no lluvía.
Al día siguiente, amaneció con sol, hierba mojada, olor..., olor a verde que te hacía caer de culo, desayuno entre las motos, vamos recogiendo y nos vamos a visitar las ruinas de Valeria, que no nos queda lejos de donde estamos.
La visita despertó interés (por lo que os animo a quienes no conozcais aquello, y que paguéis los tres euros de entrada para un guía os cuente); Se disfrutó, y más tarde, en el bar "La Plaza" nos relajamos tomando un algo.
Como se habló, yo quería pasar la tarde del domingo con la familia, por lo que quería volver. Se animó Mapache, y en un par de horas, a no más de 130 km/h en autovía, llegamos a Madrid. Liet y Ricavil llegaron media hora más tarde a otro ritmillo. Y Ziervo aprovechó el día para olfatear caminos hasta casa.
Me he alargado.
Os dejo video; Espero os guste, y sobre todo, os anime a salir.
Será una crónica distinta, sin fotos, pues están en el vídeo que, arañando horas por la noche, he sacado adelante. Podría haberlo hecho algo mejor, pero, termino casándome, perdiendo la paciencia, y esto después de haber incluído cosillas que se me iban viniendo a la mente y que requieren jugar con los tiempos para que no salga un vídeo largo y tostón, y con la música. Es divertido y entretenido hacer vídeos para recordar momentos ahora y mañana, pero, los días no dan más de sí tampoco.
Y, dicho esto (¡qué poco me gustan estas dos palabras! ), pues os cuento en pocas palabras qué pasó.
Como supondréis el tiempo hace que salir de la ciudad y ver el campo merezca la pena totalmente por la vida que tiene, verdor, y agua por todas partes, y también que surjan dudas sobre si ir o no ir con la que está cayendo. Pero, un mensaje del sábado a las siete de la mañan podrá expresar lo poco que importaba: "Diluvia en mi barrio, ¿todo bien?" "Estoy cargando en el garaje: nos vemos ahora" Un tercero:"Yo bajo a cargar ahora, aquí no se si llueve, pero nos vamos"
Algo así. Y hala.
Reunidos en el lugar de quedada, planteamos pasear por carretera, pero, decidimos probar el campo y ver su estado.
La cosa empezó bien, con cuidado de leer bien el terreno y procurar no caer fuerte al suelo manteniendo un ritmo lento y seguro. Tan lento que yo me pasé, me escurrí se cayó la moto, se ahogó, y su batería algo baja murió al intentar arrancar. La situación era una tontería pero jodida. Ligera cuesta arriba, te caías solo andando de lo que resbalaba el suelo en ese preciso lugar, con lo que dar la vuelta para coger cuesta abajo era difícil, e imposible que la rueda trasera con una marcha metida enganchara para arrancar a tirón. Si, si, una chorrada, pero, anda, y hazlo.
La sorpresa vino de Liet-Kynes. Se pueden llevar trastos, pero, esto me dejó k.o.: un arrancador. Hecho. Espectacular el aparato y el acierto el llevarlo. Yo creo que hay que ser brujo para adivinar que ese día iba a hacer falta. Oye, sin sudar, sin mancharse,...
Más adelante, Mapache tendría un problema en su rueda trasera, que un compresor, enchufado al cargador de batería, soluciona. Liet,
Avanzábamos por campo, y según la nube que había soltado agua, teníamos zonas más escurridizas o en buen estado. En general bien, y el que se confiaba..., al suelo.
Tramo de carretera que el sr Ilex me mostró, rodeado de verde, y la carretera casi tapada por la frondosidad, y de asfalto 10. Disfrutamos de ese tramo, y nos relajamos mirando a nuestro alrededor.
En Almoguera compramos y comimos cerca del pueblo. Aquí empezamos a gestionar el encuentro con Ziervo Amigo. El bonito tramo del Tajo, visto desde allá arriba, lo disfrutamos nuevamente, ya que todos lo conocíamos, y la vega del río abajo, todos la conocimos de otra forma, sufriéndola más quienes llevamos guardabarros bajo y no nos da la gana quitarlo. Tres o cuatro veces rodé yo por el suelo, y camisetas, calzoncillos, calcetines y otros, quedaron bien sudados.
La falta de gasolina de la 990 nos llevó a una gasolinera con lavacoches. Lavamos las motos. Pesaban 30 kgs más cada una, rascaban las pinzas del freno, las ruedas, cadenas, y demás, y "Aquarius" hizo el agosto con nosotros.
Ziervo anuncia que sale, y ahora ya no por relajarnos, sino por descansar y que el sudor seque, quedamos con él en Cuenca. Avanzamos por carretera a trote cochinero, y regateando a las nubes que veíamos a lo lejos que iban dejando agua. El momento de las tormentas suele ser por la tarde y pintaba que nos íbamos a calar.
Sin embargo, llegamos a Cuenca secos, y con el tiempo mejor. Saludos, bienvenida, alegría por el nuevo compi que se ha dado la paliza para cogernos , y que viene con ganas. El tío nos mete por el monte con un acierto propio de su nombre, como si fuera oliendo por dónde va el camino hacia el destino. Una zona que yo había preparado, pero, justo ahí había marcado por carretera porque en la pantalla del ordenador no me pareció clara (ojo, tampoco para un viajecillo de más de un día con una meta, pues, si hay que ir, se va...) El Sr Ziervo nos dejó ojipláticos, se creció un poco y ya le dijimos: "¡eh, que ahora si que no, que es para allá! , y enganchamos el "trá" hasta destino por campos... Un placer
Atardecía. Buscamos el lugar donde ya habíamos acampado Ziervo y yo con su nene hará un par de años, y justo nada más terminar de montar las tiendas, y por primera vez en todo el día, nos cae agua.
"¿Que llevará Mapache en el colín de su moto?" Lo necesario, lo que iba a necesitarse, como Liet. Un techo para el que parecía que nos habían puesto los árboles a la distancia adecuada, mas un suelo donde poner el trasero con el calzón ya seco. Y ahí cenamos, entre chaparrones suaves de agua y ratos de no lluvía.
Al día siguiente, amaneció con sol, hierba mojada, olor..., olor a verde que te hacía caer de culo, desayuno entre las motos, vamos recogiendo y nos vamos a visitar las ruinas de Valeria, que no nos queda lejos de donde estamos.
La visita despertó interés (por lo que os animo a quienes no conozcais aquello, y que paguéis los tres euros de entrada para un guía os cuente); Se disfrutó, y más tarde, en el bar "La Plaza" nos relajamos tomando un algo.
Como se habló, yo quería pasar la tarde del domingo con la familia, por lo que quería volver. Se animó Mapache, y en un par de horas, a no más de 130 km/h en autovía, llegamos a Madrid. Liet y Ricavil llegaron media hora más tarde a otro ritmillo. Y Ziervo aprovechó el día para olfatear caminos hasta casa.
Me he alargado.
Os dejo video; Espero os guste, y sobre todo, os anime a salir.
Acampada de Valeria from Jesus A on Vimeo.