Vuelta a la cómoda, llevadera y agradable normalidad.
Pasé el sábado por la mañana pendiente del mapa del tiempo mirándolo y remirándolo, y pensando planes alternativos para conseguir darle al fin de semana esa chispa que necesitaba. La cabeza me pedía cargar las pilas de cara a la semana que tenía que empezar si o sí. Al final de la mañana, hablando en casa, se abre una puerta nueva que sin tardar un minuto cogeré.
No, no llegas a estos años con una tranquilidad, equilibrio y seguridad que creía yo de pequeño que llegaría a tener. Y sigo siendo un perro callejero y solo de pensar que el tiempo me va a tener en el sofá todo el fin de semana me machaca mentalmente.
Así que pasados unos minutos de las tres salgo con todo el equipo sin saber dónde ir. Sólo se que me voy al punto de siempre, al que por ahora tengo donde empezar a pisar tierra, y a partir de ahí a ver que nos concede la tarde.
Por la A III me vienen ideas a toda velocidad. Descarto todas salvo una: marcar Villamanrique como punto de destino y a ver por dónde me llevan los caminos. La idea parte de un plan pendiente de llevar a cabo para recorrer una zona memorizada al pasar por la carretera de forma que no puedo contar, pero, a la vista de cómo he llegado hasta aquí voy a ver si acierto.
No lo conseguiré. Primero, paso por un lugar que me pide que me paré. Al llegar al final de la cuesta me encuentro una zona que me gusta. Paro, no hay más, y no se el tiempo que me quedo. Por un lado se acaba el plan, y a partir de ahí lo que salga bien estará. Luego, el camino me deja claro que no voy hacia la zona que había pensado, y no tengo ganas de corregir, sino de avanzar.
Pero, avanzar esta bien para orearse, no para parar y ver algo que buscabas, en lo que pensaste y te entraron ganas de descubrir, por lo que todo es camino, senda, horizonte, sin más.
Reconozco que esta salidas me aportan mucho menos que aquellas de encontrar y ver lo que preparé en casa. Es como las salidas de antaño en grupo todos a una Fuenteovejuna. Muy divertido, pero, siento que me he apagado. Ahora es otra cosa.
Pero, como lo llevo dentro, tengo mucho de "Tencio", encontraré sendas que gustarán, y unas cuantas rectas con verde a los lados en las que recibo reposo, quietud, y un descenso largo por un bosque con zorros huyendo de la "avispa" al escucharla, con buenas rampas en las que esforzarme, mirar el gps para ver si eso tiene salida o me encuentro otra montaña rusa que ni dudé un segundo en dar la media vuelta. ¡Menudo costerón lleno de rodadas de bicis! Ni bajé a ver dónde y cómo acababa.
Al final de la tarde llegué al Tajo. Pescadores. Otros que disfrutaron de una tarde de sol increíble, con algo de viento y viendo como se enmarañaba el cielo; En la última hora aparecieron nubes, preparando la nevada que cae en Madrid en este momento, tan increíble y atractiva - están los balcones y ventanas con ir y venir de vecinos asomándose, tirando vídeos y fotos con los dichosos móviles tan inmediatos para todo, grgrgrgrgrgrgrgrgrgrgr-.
Se hará de noche, por lo que tras cotillear por la orilla un poco, me vuelvo por las curvas. Oscurece y aparece el H2O. ¡Madre mía qué exceso de luz!, cuando vienes de pasearte tranquilamente del campo. Vuelvo a Madrid, ruido de las calles, demasiada gente, pero eso sí, ducha y casa caliente.
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Caminos a Villamanrique de Tajo from Jesus A on Vimeo.