Agradecidísimo a Enrique que se ha animado a madrugar para darse una vuelta conmigo por carretera por los alrededores de Somosierra.
Ramón odia el calor. He de decir que debió apuntarse pues ha hecho una fresco de mañana de verano que ha sido un verdadero placer. A partir de las doce ya ha sido otro cantar, pero ya íbamos de vuelta.
Subiendo hacia Somosierra existen cuatro pueblos a la izquierda pasado Lozoyuela que hace tiempo he tenido interés en ir a verlos; Se encuentran metido entre bosque no de pinos, destacando las torres de sus iglesias sobre la vegetación.
Están altos, y permiten unas buenas vistas de la Sierra, y de los pantanos de la zona. Huele a humedad, baja agua por algunas cunetas, y vacas por todos los lados. ¿Madrid?
La agradable mañana nos lleva a desayunar al fresco en la única mesa que hay. 100 % de "Buenos días". Todos los que han pasado por la calle o entrado y/o salido del bar han saludado. Que cosas. Ha sido un rato muy agradable de conversación ahí sentados en compañía de dos enroscados chuchos.
Iglesia de interés cultural. Vamos a verla. Y merece la pena. Hasta huerto y árboles frutales.
Como no, al final pisamos tierra siguiendo unas indicaciones de "al molino", que no hemos visto. La verdad es que cualquier esfuerzo se traduce en cansancio inmediato y sudor.
Buena vista del barranco y el puente de la vía del tren
Y La Carretera de la Acebeda a Robregordo, de las de moto con suspensiones largas para tragarse los agujerazos de asfalto. ¡Madre mía, todavía queda alguna como esta, menos mal!
Nacimiento del Duratón.
Logro que Enrique suba sin matarse.
Después hemos vuelto por secundarias pero por la Sierra Pobre, atravesado la curiosa presa de Puentes Viejas y llegado a Torrelaguna donde hemos hecho una parada más para tomar una aperitivo.
A las dos en casa, hora perfecta, hora en la que ya vuelves deseando llegar a casa por el calor que ya es intenso.